lunes, 27 de junio de 2011

Mensajes de seres queridos y unas gafas de sol

Si queréis seguir leyendo más sobre éste tema, os invito a leer otro blog mío dedicado a la mediumnidad, a la comunicación con los seres queridos ya fallecidos, se llama Comunicación entre dos mundo, vida y muerte.

Hace unos días una persona que estuvo en consulta de tarot y mediumnidad conmigo, se dejó olvidadas unas gafas de sol. Hasta aquí nada del otro mundo, un descuido lo tenemos todos, pero este no es un olvido cualquiera. Es el nexo de unión entre dos historias.

Tras darse cuenta de que no encontraba sus gafas, esta persona me llamó para preguntar si estaban en la consulta. Así era. Las tenía yo. Esta persona me comentó que se alegraba de recuperarlas porque tenían un valor sentimental para él, ya que se trataba de un regalo hecho por un familiar. Comentó que esta casualidad era una señal clara para él, de que debía volver a estar conmigo.

No le di más importancia que la de un olvido, pero al guardar las gafas a la espera de su devolución a su dueño, sentí algo especial. Noté que había algo más, que no sólo se trataba de la excusa perfecta para otra consulta. Sentía que debía tener esas gafas. No tenía mucho sentido, intenté no pensar más en ello y me olvidé de ellas.

Pasados unos días, llamó una persona para una consulta de tarot. Cogí las cartas e inicié la consulta. Llevábamos unas cuatro tiradas cuando sentí que había un ser que quería establecer contacto con el consultante. En estos casos, siempre antepongo la mediumnidad al tarot; eso si, avisando antes a la persona.

Escuchaba sin parar el nombre de Marta y me decía, soy la dueña de las gafas que tienes ahí guardadas. Me pilló por sorpresa. ¿Qué gafas?, me decía a mi misma, y Marta volvía a repetir, las que están ahí. Seguí con mi trabajo sin darle importancia.

Le comenté a la persona que Marta quería ponerse en contacto con él. Al principio, se hizo el silencio para dar paso al dolor. Le conté que Marta tenía varios mensajes que quería darle. Marta era su hija, había fallecido hacía un tiempo y quería decirle que se encontraba bien y en la luz. El padre lloraba, asentía a los mensajes de su hija. Le daba datos concretos, situaciones que habían vivido juntos y le indicó cómo quería que su madre superara la angustia y el dolor que aún sentía dentro de ella. Él podía ayudarle, pues su madre le escucharía ya que era un hombre cabal, ecuánime y aunque notaba la ausencia de su hija todos los días, había decidido que la vida debía seguir siendo vivida.

Marta le dijo a su padre, que las gafas de sol estaban bien guardadas. Su padre seguía sorprendido. Me comentó entonces, que un familiar suyo había perdido unas gafas de sol recientemente y que eran de su hija. Mientras tanto, seguía canalizando y estaba a ello con todos los sentidos.

Marta tenía un deseo, quería que las gafas fueran prestadas a una otra persona durante un tiempo. Él preguntó a quién y porqué. Su hija respondió a todo ello. Pasado un tiempo y más mensajes después, se terminó la consulta. 

Entonces, ya en frío, pensé en todo lo ocurrido. La persona que había olvidado las gafas y la que acababa de hablar conmigo estaban relacionadas con Marta, pero ninguna sabía de la consulta de la otra. Volvieron a pasar más días. Contactó conmigo la persona que dejó olvidadas las gafas y apareció de nuevo Marta con un mensaje. Le daba las gracias por haber hecho posible que a través de su padre, su madre poco a poco, comenzara a abrir su corazón y pudiera llorar su dolor. 

Este hombre estaba perplejo. Desconocía todo lo que había ocurrido tras el olvido de las gafas. Me preguntó ¿todo esto lo ha organizado ella, Marta?. Le respondí, que si y le indiqué el motivo. Marta quería que su madre volviera a recuperar su vida y alegría. 

Hasta ahora no me había encontrado con una situación parecida. Pero es bonito descubrir que no lo sabemos todo, y que realmente nuestros seres nos ayudan cuando lo necesitamos, aunque desconocemos muchas veces, las vías que utilizan para ello.



La foto de la imagen es de un mandala mío que se llama Comunicando luz.

miércoles, 22 de junio de 2011

El valor de la amistad

Esta vez quiero hablar de la amistad, de todo lo que supone para mi. Está dedicado a todas mis amistades, por estar a mi lado en todos los momentos, en los buenos y en los malos; y por haber sido y ser, un punto de apoyo básico en mi vida. No voy a decir sus nombres no sea que me olvide de alguien. Gracias por estar ahí.

Por mi manera de ser y mi trabajo, conozco a muchas personas que me cuentan su vida, sus problemas, sus miedos y angustias; también sus alegrías. Estas personas, confían en mi al contarme sus secretos y desde luego, no seré yo quién desvele lo hablado. Pero en estas relaciones, la escucha tiene una sola dirección. Ellos hablan y yo escucho. Vengo observando desde hace bastante tiempo, que en estas circunstancias, muchas personas confunden la amistad con la escucha.

Para mi, la amistad es reciprocidad, es correspondencia y tiene doble dirección. En estos casos, no es así. Escucha y amistad no es lo mismo. Es muy habitual en mi, sentir la necesidad que tiene alguien de hablar, de desahogarse, de expresar sus angustias; me agrada poder servir de ayuda y escucho. Unas veces soy yo quién me adelanto y me ofrezco; otras, van surgiendo sobre la marcha, en el día a día. 

Me suelo sorprender cuando estas personas se consideran mis amigas. Veo la decepción en sus caras, cuando les digo que no lo somos. No lo entienden. Es en ese momento, cuando me gusta hablar de lo que representa para mi la amistad. Les pregunto, ¿qué sabes de mi vida?, ¿conoces mis inquietudes, mis metas, mis temores, mis deseos? El silencio suele ser evidente, pues la respuesta es no. Como no me gusta que nadie se sienta incómodo, y además lo siento así, suelo comentar que les seguiré escuchando o atendiendo siempre que esté disponible y pueda, que no haya amistad no significa que deje de estar ahí.

Algunas personas lo entienden, y con ellas si se da la situación, la relación suele abrirse y dar paso a un mayor acercamiento, a esa doble vía de intercambio. Otras en cambio, no entienden lo que comento, se sienten frustradas y suelen desaparecer de mi vida. Me da pena, pero es lo que hay.

Dicen que elegimos a las amistades y al final, pueden llegar a convertirse en familia. Reconozco que soy muy afortunada por tener unas amistades estupendas. La amistad es muy importante en mi vida, pues en ella encuentro apoyo, escucha, risas, alegría, verdad, respeto...

Tengo unas amistades con las que puedo hablar de todo, desde lo más superficial a lo más íntimo. Surgen conversaciones filosóficas, mundanas, intranscendentes o espirituales. Somos diferentes pero nos une el cariño, el afecto, el respeto, el amor hacia los demás en todos los sentidos. Algunas de mis amistades tienen trabajos distintos al mio, vidas diferentes pero compartimos un mismo punto de vista, la ayuda y el compromiso.

Ser diferente en este caso, es un lujo para mi, pues aprendo de todas ellas. Cada una aporta su personalidad, su manera de ser, de enfocar y vivir la vida. Son personas positivas, alegres, luchadoras. Han pasado o están viviendo momentos duros, y ahí estamos el resto para apoyar, valorar, acompañar, y es recíproco. Cuando una lo pasa mal, llama a las demás y hacemos piña; sacamos lo que tenemos y lo ponemos sobre la mesa para ayudar a resolver la situación.

Nadie es más que nadie, se comparte desde la risas al llanto, desde la comida del día a la de una cena selecta, desde el abrazo a una verdad necesaria para abrir los ojos. Reciprocidad, apoyo, respeto, cariño, afecto, y sobre todo, compartir lo que tenemos y somos. Para mi, esa es la amistad; así son mis amistades, y como dijo alguien una vez, quien tiene un amigo tiene un tesoro.


La foto de la imagen es de un mandala mío que se llama Amistad.

jueves, 16 de junio de 2011

Noche de San Juan y visualización

Estamos a las puertas del verano o invierno, dependiendo del hemisferio. Seguido al solsticio llega la gran Noche de San Juan. Definiría a esta noche como mítica, mágica, alegre, divertida, purificadora. Una vez más, intentaré vivir esta noche a mi manera, fluyendo.

Llevo varios días pensando qué haré ese día. Al final, después de mirar y remirar, y por supuesto, de darle vueltas a la cabeza, he decidido hacer algo distinto.

Este año, está siendo muy especial debido a los cambios que estoy viviendo a todos los niveles, desde físicos, emocionales, espirituales, evolutivos, anímicos. Por tanto, he decidido dedicar esta noche a estos cambios. ¿Cómo? Haciendo un homenaje a todos ellos, al antes y al después.

Este año no quemaré nada, sólo despediré con alegría a la que fui, y recibiré llena de contento a la nueva yo. Dicho así queda raro. Intentaré poner un ejemplo. Con el cambio de casa, he dejado atrás recuerdos, vivencias, un modo distinto de vida. No me arrepiento, al revés; ha sido y está siendo un proceso interno muy importante para mí, sobre todo, a nivel emocional. Está habiendo un aprendizaje casi intensivo que me está permitiendo conocerme aún más y me está ayudando a enfrentarme y encarar situaciones delicadas con cierto aplomo y calma.

Esta es la visualización puede hacerse tanto el día del Solsticio como la Noche de San Juan o ambos días si así se quiere.


Visualización

Primero, elegiré un lugar especial para mi, en el que me sienta cómoda y a gusto. El ambiente estará cargado con el olor de las hogueras. Aunque no esté delante de una de ellas, dejaré que ese fuego purificador entre en mí, y me purifique. Cerraré los ojos, y daré salida a mi pasado, dando las gracias por todo lo aprendido. 

Segundo, me uniré a la nueva energía de esta noche, llenándome de su fuerza y vigor. Sentiré que al dejar atrás lo que ya no sirve, sentiré más espacio para llenarlo de nuevas emociones, vivencias, alegrías, aprendizajes.

Tercero, tendré un recuerdo para todos los seres que han estado y están en mi vida; les enviaré la misma luz y energía con la que estoy contactando. Después, repetiré el mismo proceso, pero esta vez, serán la tierra y el universo quienes reciban la energía.

Cuarto, dejaré que mi mente, mi cuerpo y mi espirítu se llenen de luz, de paz, de armonía. Daré las gracias a todos los seres que me rodean, a mi misma, a la tierra, al universo y a la Fuente Divina de todo amor o Dios.

Mi idea es tomar la gran energía purificadora y de apertura que se vive en la noche de San Juan y unirme a ella plenamente; consiguiendo, dar inicio de manera más consciente y con fuerza, a una nueva etapa en mi vida que ya ha comenzado.

Esta visualización también puede hacerse en casa, delante de una hoguera, en el campo, en la piscina, donde os sintáis bien y con tranquilidad.


La foto es de un mandala mio, que se llama Solsticio.

lunes, 13 de junio de 2011

Mi testimonio en el blog de Jabo o Entre dos mundos

Quería daros las gracias a todas las personas que habéis leído el blog, a todas las que habéis dejado vuestra opinión, a todas las que habéis dejado vuestra huella en este blog. 

Me he sentido abrumada y emocionada con vuestras palabras y muestras de afecto. Gracias a vuestros ánimos, habéis conseguido que aún tenga más fuerzas y ganas de seguir llevando a cabo mi trabajo, que me hace tan feliz; y me esfuerce para seguir mejorando y espero poder llegar a más personas.




Jabo, sepositivosiempre, me pidió hace un tiempo que publicara mi testimonio en su blog. Hoy acaba de publicar la entrada que he escrito. Desde aquí, quiero darle las gracias una vez más por su amabilidad al contar conmigo.

Dejo aquí el enlace, para los que queráis leerlo. La entrada se llama, Entre dos mundos. Espero que os guste.


Besotes, 

María Eugenia


La imagen de la foto es de mandala mio que ya publiqué antes.

jueves, 9 de junio de 2011

La fuerza de la vida

Esta tarde he estado con una persona que irradia alegría, fuerza y siempre ha sido muy positiva.

Tuvo un niño en abril, que tenía tantas ganas de nacer que se adelantó tres meses a su nacimiento. Está desde entonces en la incubadora, ganando peso poco a poco. Un pequeño progreso es toda una hazaña.

Desde hace tres días, está en la sala de cuidados medios de pediatría y le han empezado a dar el biberón. Al ser tan pequeñito, todavía no sabe succionar y respirar a la vez, pero están en ello. Dentro de un mes, estará casi seguro en casa.

Mientras me contaba todas las peripecias, las angustias, los desvelos y miedos que han pasado, no se le borraba la sonrisa de la cara. El hecho de que el niño vaya reaccionando bien, es una preocupación menos y como ella me decía, casi una celebración diaria. 

Se esperaba que naciera para Sanfermines y hemos comentado bromeando que estaba claro que no quería perderse la fiesta, ni el bullicio. Enseguida me ha dicho su madre, ni tampoco Semana Santa. Este niño no va a quererse perder ninguna fiesta.

Después de despedirme, he estado pensando en la gran fortaleza de este niño que vino al mundo con muy poquito peso, con aparentemente casi todo en contra y está saliendo adelante con decisión y firmeza. Desde que nacemos venimos marcados por un carácter, una personalidad únicas. Y él no está dejando patente.

Pensaba que muchas veces nos quejamos por vicio, por rutina antes situaciones más o menos triviales y que siendo adultos tenemos a nuestro alcance unas herramientas o ayudas para resolverlas con mayor facilidad y ánimo del que creemos.

En cambio, este niño, con este espíritu luchador y con grandes enormes de vivir, demuestra que se puede nadar contracorriente y llegar a la orilla. El camino muchas veces se presenta lleno de baches, pedregoso y llenos de obstáculos, pero para llegar a la meta, es necesaria la fortaleza de espíritu, las ganas de vivir y la ilusión por lograrlo. Da igual las veces que nos caigamos, porque siempre podemos volver a levantarnos.

Qué importante es seguir la senda que nos presenta la vida. Da igual el grado de dificultad que entrañe esta misión, porque habrá momentos en que sea mullido, esté alfombrado y sea cómodo andar por él; y, en otras, nos caeremos y seguramente, habrá una mano amiga que nos ayude a alzarnos, o nos brinde una muleta o tal vez, podamos agarrarnos a las raíces de un árbol cercano.

Celebremos la vida, su poder y energía, y todo lo que brinda en cuanto a aprendizaje mientras estamos en ella. Estoy en ello, y cada vez que me falten las fuerzas o me queje por estar cansada, me acordaré de este pequeño y sus ganas de vivir.


La foto es de un mandala mio que se llama Fuerza y Vida.

domingo, 5 de junio de 2011

Escucha el silencio en mitad del ruido

Hay momentos en los que la mente está descansando mirando el cielo, un escaparate de ropa, oliendo colonias, ojeando unos folletos, mirando a unos niños jugar, bebiendo agua...; es decir, no pensando en nada en particular. Es en ese momento cuando la mente dormita o está relajada cuando podemos escuchar la información que necesitamos para resolver una situación, una especie de luz que guía nuestros pasos.

En una de estas ocasiones he escuchado lo siguiente, escucha el silencio en mitad del ruido. Al principio, lo he tomado de modo literal, me he fijado en los sonidos que me rodeaban y los he ido diferenciando, alejando los más fuertes de los más tenues casi inaudibles. Escuchaba el silencio, ¿y?. He pensado estupendo, lo has conseguido y ahora qué. 

Inmediatamente, por suerte, me he dado cuenta que no había que interpretarlo de manera literal. Se refería a cómo debía actuar ante una situación que me preocupaba y dolía. Así que he decidido aplicarlo y la respuesta encajaba como un guante. Era la solución perfecta.

Escucha el silencio en mitad del ruido, me ha llevado a centrarme en lo esencial, en lo importante de la cuestión, ese y no otro era el silencio. Lo básico. El ruido, se refería a todo lo que rodea a lo vital. Intentaré ser más clara, a ver si lo consigo.

Pongamos un ejemplo cualquiera. Una discusión, un enfrentamiento, un desacuerdo que tengamos con otra persona. Hay dos posturas y dos verdades, la de la otra parte y la nuestra. Para cada una de ellas, lo suyo es lo más importante pero eso no significa que sea lo vital. Quizá lo básico sea lograr la estabilidad, la calma, un acercamiento o de tomar la decisión de dejar de implicarnos en un tema que nos daña, alejándonos de la otra parte. 

Otra parte del silencio, sería saber situarnos ante la una situación que conlleva dolor. Investigar la razón de estar en medio de ella, qué queremos o no resolver, cómo queremos vivir. Puede que ese sea el silencio, nuestro silencio.

El ruido sería todas las vueltas que le damos a la cabeza, esos pensamientos que giran igual que un tiovivo y no nos dejan pensar con claridad; también podría referirse a las opiniones que recibimos de los demás que aunque nazcan del cariño, nos lían aún más de lo que ya estamos.

Debemos encontrar nuestro silencio, nuestra esencia, lo vital y desde este punto llevaremos la luz, la solución a los conflictos. Al principio, quizá no sea muy fácil diferenciar el ruido del silencio, pero podemos conseguirlo a base de observarnos, de sentirnos, de saber cómo somos y actuamos, de ser totalmente sinceros con nosotros mismos.
 
¿Os animáis a escuchar el silencio y no el ruido?


La foto es de un Mandala mio que no tiene nombre.