sábado, 28 de abril de 2012

Eligiendo barajas de Tarot

Elegir una baraja de tarot es relativamente sencillo. Solamente tenemos que estar atentos a un síntoma, el de sentir un flechazo, una atracción fuerte por una baraja determinada. Ellas son quiénes nos eligen.

Existen muchas clases de barajas de tarot, además de las clásicas como las de Rider-Waite, Marsella etc, podemos encontrar una gran variedad como las dedicadas a las hadas, duendes, celtas u otras temáticas; las que siguen distintas escuelas o tendencias, como las de Golden Dawn, Crowley, etc; las hay basadas en películas, sagas, deportes, flores, cristales...

Aunque los diseños de las barajas sean diferentes entre sí, tienen el mismo significado. Puede cambiar algo, el matiz, el tono, la sutileza o la simbología que trabajen cada una de ellas; pero si conectamos con una baraja, lo haremos con todas. Con algunas de ellas, las que más nos atraigan, sentiremos que hablan con más facilidad que otras, pero esto tiene que ver con la energía que nos mueve y transmiten.

Por ejemplo, en mi caso, necesito cartas con color, porque para mí indican rapidez, vida, ritmo, alegría. Entre mis barajas favoritas están las de Crowley, el tarot mítico, las de la Golden Dawn, unas muy zíngaras con dibujos muy naifs, Art Nouveau, Old Path, y otras muchas.

Al elegir una baraja además de la atracción que sienta, busco cartas en que los arcanos menores no sean solamente una representación de los cuatro palos, es decir, oros, bastos, copas  y espadas; sino estén diseñados con imágenes que indiquen su significado.

Hay épocas en las que trabajas con una baraja única y al tiempo, necesitas cambiar a otra distinta, para investigar otros aspectos, otros matices. De nuevo, hay que estar atenta a las señales y dejarse llevar, fluir.

Hace muchos años conocí una carta que me enamoró pero el resto de las cartas no me decían nada. Se trataba de la Luna del tarot de Euskal Herria de Maritxu Guller. Es una Luna muy espiritual y luminosa. Con el tiempo, tuve esta baraja pero no la usé y la regalé a una alumna de un curso de tarot.

En el curso que estoy dando ahora, otra alumna utiliza este mismo tarot. Cada vez que veo las cartas, sus imágenes hablan por si mismas. Es un tarot sutil, colorido, espiritual, irónico, divertido. He comenzado a reencontrarme con él, aunque sea como observadora. Está siendo una experiencia muy bonita. Es una lástima que este tarot esté descatalogado.

Encontrar una baraja de tarot es un bonito viaje en el que vamos a descubrir qué nos atrae y el porqué. Nos lleva a nuestro interior, al inconsciente para exponerlo a la superficie, a lo consciente, a hacerlo real.


La imagen está sacada de internet y son tres representaciones distintas de la carta de La Estrella, la primera del tarot de Marsella, la segunda es del Raider-Waite y la tercera de Crowley. Desconozco quién es su autor de la foto.

domingo, 22 de abril de 2012

Mandalas, trabajando con niños y adultos

La creación de mandalas suele ser individual, ya sea como trabajo interior o por su creación personalizada para otra persona. Por qué no crear mandalas junto a una o varias personas.

Puede que aparentemente suene algo descabellado pero no lo es. Se trata de expresar, crear, fluir, escuchar, compartir lo que sentimos, pensamos y percibimos, y a la vez, que de todo ello nazca una expresión única y conjunta.

Además de pasar un rato divertido, compartiremos momentos especiales, en los que va a primar la escucha, la conversación, la interpretación y sobre todo, conseguir que los puntos de vista de los demás y nuestro sea uno, todo ello en armonía y equilibrio.

El secreto está en buscar lo que nos une o lo que nos diferencia y hacer de ello el punto de partida. Por lo tanto, debemos mostrar una actitud abierta, de escucha y empatía, no tener miedo a preguntar lo que no entendemos, de expresar lo que sentimos de manera directa y clara. En definitiva, el escuchar, hablar y compartir; todo ello nos llevará al resultado final, la creación de un mandala.

Quizá una manera fácil de comenzar a trabajar estos aspectos sea con los niños. Suelen estar abiertos a nuevas experiencias, les encanta investigar y lo hacen de manera natural, sin ser conscientes de ello. Podemos comenzar por elegir o repartir qué parte dibujar entre niños y adultos. Eso sí desde el respeto, guiándonos por el corazón y expresando lo que sintamos. Después podemos pasar a otra fase en la que podemos preguntarles qué les parece, si les gusta, que opinan, que sienten, así aunaremos ideas.

Si lo hacemos con otros adultos, podríamos trabajar sobre la misma base que los niños, o trazar un dibujo sobre lo que hemos decidido plasmar lo que creemos tras una puesta en común. Existen varias fórmulas de trabajo pero la ideal es la de dejarse llevar, fluir, añadiendo la del respeto, escucha y conversación.

Unas simples hojas en blanco, unos pinceles, lápices de colores, rotuladores, pinturas pueden ayudarnos a conocernos más, a entendernos y comprendernos mejor, a saber ponernos en el lugar del otro, a intentar descubrir su punto de vista. Además del gran beneficio que supone esta actividad, no debemos olvidar que la energía que se va a mover también es distinta, pues será más potente que la individual.

Os animo a ponerlo en práctica. La sencilla creación de un mandala, puede abrirnos puertas a conocer otros aspectos de los seres los que tenemos más cerca, con los que convivimos, queremos o amamos; además de pasar un rato divertido. 


La imagen es de un mandala mio.

lunes, 16 de abril de 2012

Sonidos de la ciudad

Existen muchas maneras de ver y sentir una ciudad. Es distinta según la veamos a la mañana, tarde, noche, madruga, etc.

Me gusta pasear por la ciudad en las horas en que menos gente suele haber, porque sus silencios cobran vida. Se perciben con mayor nitidez.

Ayer salía a dar esa vuelta a las tres de la tarde. Apenas había tráfico. Todos estaban comiendo o terminando de hacerlo. Apenas me crucé con varias personas, que iban andando al igual que yo, saboreando el paseo por la ciudad.

Según iba caminando, escuché el trino de los pájaros, que sonaba por encima de mi cabeza. No les veía pero su canto era envolvente. Al mismo tiempo, podía observar las flores de los jardines y aspirar su fragancia. Era una sensación diferente a la cotidiana, donde vas por la calle con más rapidez y la cabeza pensando lo que tenemos que hacer a continuación.

Como no había coches, llegaba con más nitidez el repique de las campanas dando la hora. Sonidos claros, transparentes y cantarines. Me sorprendió escucharlo a una distancia bastante mayor de la habitual. Jugué a descubrir su procedencia, intentando diferenciar de qué lugares provenían.

En mi caminar llegué hasta el Puerto. Había marea baja. Los chillidos de las gaviotas se mezclaban con la suavidad de las olas que chocaban con las rocas del espigón exterior. Un sonido cadencioso, casi de nana. Si cerrabas los ojos, podían sentir su calidez.

Mi paseo siguió en dirección a la playa. El sonido de las olas era distinto. Rompían en la orilla y convertían su sonido en largo, susurrante y espumoso. Era sumamente relajante. Me senté en un banco. Conseguí centrarme en este sonido casi hipnótico de las olas deslizándose por la arena fina de la playa. Fueron unos momentos mágicos, casi parecían mantras que relajaban la mente y llegaban muy adentro, ideales para una meditación larga.

Pero la tarde iba avanzando y nuevos sonidos llenaban el aire. Niños corriendo, sonriendo y llamando a sus padres. Grupos de paseantes sacando fotos del paisaje, posando junto a la barandilla de La Concha, sonidos de alegría, sorpresa, de bullicio. 

Decidí terminar mi paseo y los sonidos que me acompañaron eran más urbanos, bicicletas que corrían veloces por la acera, coches por la carretera, una sirena de una ambulancia hacia el hospital, coches que iniciaban su recorrido...

Lo que da de si una tarde tranquila de domingo.

 
La fotografía está sacada de internet y es un detalle de la barandilla de La Concha. Desconozco quién es su autor.

martes, 10 de abril de 2012

Una dulce locura de las mías

Volvemos a hablar de la causalidad. Un hecho aparentemente simple, como el lanzar un reto, un ánimo, y el ser capaz de llevarlo a cabo, ha supuesto que se hayan puesto en marcha los engranajes que llevan a la creación de un nuevo blog.

Esta es una pequeña aventura, es divertida, tiene que ver con la creatividad, con el dejarse llevar y fluir. Hablo mucho de estos temas y una vez más, me he puesto manos a la obra y me he lanzado a ello.

Hay que vivir el presente, disfrutar de lo que hacemos. En este caso no hace falta pensar demasiado en las complicaciones o consecuencias que tendrá. Pues son estupendas, suponen una válvula de escape, un cargar las pilas, desarrollar de una manera diferente a la que estoy acostumbrada la creatividad; en definitiva, es un regalo que me lleva a conocerme aún más de una manera relajada.

El nuevo blog se llama A Dolce Voce, Suavemente. Quería que fuera un lugar en el que poder dar rienda al dejarse llevar, a ser yo misma, a explorar otros mundos y puntos creativos. ¿Por qué Dolce Voce?. Elegí este nombre porque venía sin cesar a mi cabeza y además me parecía sugerente, envolvente y acogedor. Descubrí que significa voz dulce y qué mejor manera de expresarse que a través de la dulzura y suavidad de la palabra.

Esta aventura no pretende ser más que lo que es. Reconozco que ya está dando frutos. Me siento, como si fuera una niña con zapatos nuevos o desenvolviendo un regalo nuevo, entre sorprendida, alegre y emocionada. Es un reto, una dulce locura divertida, un vértigo y cosquilleo trepidante. A la vez, es un redescubrimiento de quién soy.  Lo considero un regalo estupendo en mi vida.

Se que muchos de vosotros ya habéis estado en el nuevo blog y os agradezco de todo corazón vuestras amables, sentidas y cariñosas palabras de ánimo y confianza en mi. Sois estupendos. Mil gracias.

La foto es de un mandala mío.

jueves, 5 de abril de 2012

Siendo

En la entrada anterior Diazul, de Diazul con Aroma de Romance y Diazul y sus Notas, sugirió que le gustaría verme escribir otro tipo de entradas, dejándome llevar por la imaginación y los sentimientos.

He intentado hacer caso a su consejo, dejar volar mi imaginación. No se si tan siquiera me acerco a lo que ella quería pero al menos lo he intentado y debo decir que al principio me ha costado ponerme a ello; sin embargo para mi sorpresa, he disfrutado. Gracias por todo, Diazul.

Si queréis seguir leyendo más poesías y microrrelatos, os invito a que paséis por mi otro blog, A dolce voce, suavemente. Espero que os guste.

Os presento el resultado.

 
Suavidad envolvente en días de agobio,
calidez amorosa que calma mis miedos,
acoge mis temores, librándome de ellos.

Magia amorosa que no termina nunca;
a veces esquiva, juguetona y alegre;
otras veces, adrenalina pura que 
juguetea con mis emociones.

No existe el tiempo, es eterno.
Sosiego, refugio,
abrazo infinito que limpia y purifica
renovando, el yo más interno e infinito.

Dulce abrazo, manos entrelazadas, 
beso salado, donde lo imposible es real;
no hay límites.
 Tú y yo, dicen que no somos nada
cuando, en realidad, lo somos todo.


La foto de la imagen es de un mandala mio.