Mucha gente suele practicar la meditación. No tengo paciencia para estar sentada intentado dejar la mente quieta durante mucho tiempo. En cambio, me he dado cuenta que puedo meditar de otras maneras. Os cuento una de ellas.
Me resulta muy difícil explicar con palabras todo lo que provoca en mí ver las Auroras Boreales aunque sea a través de una foto, un video, un documental. Me hacen vibrar, consiguen que me sienta parte del Universo. Observar este fenómeno extraordinario, logra que me sienta un ser muy pequeñito y enorme a la vez.
Pequeñita al contemplar el movimiento ondulante y sinuoso que abarca todo el cielo. Luz y color dibujan formas suspendidas en el aire. La bóveda celeste se convierte de alguna manera en un templo. Me atraen la grandeza y dimensiones de este espectáculo y todo lo que genera en mí. Suelo visualizar que estoy debajo de la Aurora, el color y las ondas luminosas me rodean y envuelven con su energía. A partir de ese instante, vacío mi mente, me dejo llevar y de esta manera, fluyo, convirtiéndome en una diminuta partícula que viaja con ella, conectando con la grandiosidad del Universo y es entonces, cuando nace la meditación, un diálogo entre lo Superior y mi ser.
Enorme, al descubrir que todos tenemos la capacidad de ser uno con la Energía Superior, que hay muchos tipos de establecer la comunicación con lo Divino y sobre todo, sorpresa al ver que si lo haces con el corazón, recibes mucho más, a veces es silencio y en él te escuchas a tí misma, otras, ves con claridad lo que antes era oscuro, aunque hay veces que sólo te deleitas con la belleza del momento.
Si vivo todo esto estando en mi casa, ¿qué sentiré si algún día tengo la oportunidad de vivirlo allí mismo, en plena naturaleza? Si sucede, os lo contaré. Mientras tanto, seguiré mirando al cielo perdiéndome entre las estrellas, la luna, las constelaciones... y quién sabe lo que puedo encontrar dentro de mí.
Si os gustan las imágenes del espacio, os recomiendo una página de la NASA, Astronomy Picture of the Day, no os defraudará.
6 comentarios:
¡Qué bonito post! Un abrazo
Hola Hada Saltarina, me alegra que te haya buscado. Siempre encontramos en que inspirarnos.
Gracias por tus palabras.
¡Amo las auroras boreales, gracias por compartir este post!
Hola Flavio, encantada de saludarte. Por lo que veo tenemos varias cosas bonitas que nos unen.
Un saludo.
Antes de cerrar el quiosco, me he pasado por aquí, a ver que se cocía.
Desconocía esto de los mandalas. Me sonaba de oidas, a algo budista, hindú, o similar... Oriental en definitiva. Ahora ya tengo una mejor idea de lo que es.
Estarás de acuerdo en que, un mandala tiene una doble función: expresar algo (mediante las formas, la geometría, el colorido, las composiciones de color y formas, etc...) y, provocar en el que lo ve algo (una sensación, inspiración, etc...).
La imagen de la aurora boreal siempre es impresionante. Verlo en persona tiene que ser, sencillamente, alucinante.
Un saludo!
Hola Viajero,
sé bienvenido a este rinconcito chiquitín pero espero que acogedor.
Estoy totalmente de acuerdo con lo que has expresado acerca de los mandalas inclusive añadiría una tercera función, la terapéutica. Ésta última no sólo es exclusiva de los mandalas. Para mí reside en todo aquello que nos haga vibrar, sentir, reflexionar, y ponernos en acción de manera positiva.
Desde luego, ¡quién pudiera ver las auroras boreales en persona! Me apunto. Tiene que ser una experiencia única y maravillosa.
Seguiré tu rumbo, en la nueva dirección.
Un placer leerte Viajero.
Un saludo.
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