martes, 16 de febrero de 2010

Mi vida, limpieza general y un ordenador

He estado una semana sin ordenador debido a varios problemas tanto de la torre como de la pantalla. Se han dado una serie de pasos que me han llevado a reflexionar sobre el tema desde un nuevo punto de vista, haciendo un paralelismo entre el pc y mi vida.

De buenas a primeras al encender el ordenador éste se reiniciaba constantemente. El técnico me comentó que podía deberse al polvo acumulado y que pasara el aspirador por ciertas zonas y que le llamara. Me puse a ello. Una vez terminado, lo volví a conectar y esta vez no funcionaba la pantalla y no sabía si se había arreglado el problema, así que fue directo al técnico. Donde después de unos cuantos días lo recogí en perfectas condiciones. Pero, la pantalla seguía sin encenderse. Descubrí que se debía al enganche que la une a la torre. Enroscaba los tornillos y nada. Lo dejé por imposible. Hasta que al fin, tras un día de locura personal, queja constate de mi vida, y desahogo, la pieza encajo a la primera, los tornillos se ajustaron a la perfección y todo comenzó a ir como la seda.

A lo largo de los días que estuve sin ordenador, pensaba qué estupendo sería que un aspirador nos quitara el polvo interno, se llevara las frustraciones, miedos, angustias, ansiedades, bloqueos, penas, dejándonos limpitos como una patena. ¡Cuánto trabajo nos ahorraríamos!. Aunque claro, ¿dónde queda el trabajo de evolución y desarrollo personal? Vamos una utopía.

También me dio por pensar el porqué tras una semana de mucha movida personal, de tristeza y cansancio psicológico, y de una larga sesión de desahogo con una amiga, la pantalla se encendió. Se que parece que estoy loca. Muchos dirán fue casualidad. No creo en ellas, así que mi mente empezó a pensar qué había cambiado en mi vida, para que de repente se viera en la pantalla, es decir, qué veo en mi vida que antes no veía. Al principio, sólo era capaz de asociarlo con mi desahogo. Hoy soy consciente que en esa semana hice una limpieza profunda sin aspirador, limpié mucho polvo acumulado que había sido invisible para mis ojos hasta que se fue. Espero que la limpieza profunda dure un largo tiempo.

Y cambiando de tema, ha caído a mis manos un libro que hasta ahora parece maravilloso. En realidad debería decir, que el libro me eligió a mi. Entré en una librería a la que no suelo ir, miré hacia una estantería y allí estaba él. Lo cogí para hojearlo y sentí un calor muy reconfortante en el chakra del corazón. Decidí no cogerlo ese día, pero volví y para cuando me quise dar cuenta, lo estaba pagando.

Empecé a leerlo ayer y me está gustando mucho. Para aquellos que quieran hojearlo, se llama El acompañamiento de almas de Marie Lise Lebonté. Cuando lo termine ya os contaré más cositas.


La foto de la imagen está sacada de la red y desconozco su autoría pero estaría encantada de poner el nombre de su autor.

lunes, 1 de febrero de 2010

Una lacra más, el maltrato psicológico

Esta última semana he sido testigo de tres hechos que tienen un factor común, el maltrato psicológico. Hablamos mucho del maltrato físico, de la mal llamada violencia de género, para mí debería llamarse violencia sin especificar el género, del daño que produce. Pero qué pasa con la humillación, la vejación, la crueldad, ¿acaso no dejan tanta huella como un maltrato físico? ¿si no se ve, no existe?.

No soy psicóloga, pero el maltrato psicológico deja un poso difícil de superar. Después de escuchar continuada y diariamente, que no vales nada, que eres mala, inútil, bajita, alta, delgada, gorda... aunque luches contra ello, lo acabas por creer. En el mismo instante en que te planteas aunque sea durante una décima de segundo que tal vez debas escucharles y pensar en ello, estás perdida. Pierdes la batalla, hagas lo que hagas, cambies lo que cambies, nunca estará bien, siempre faltará algo, tendrán una excusa para seguir humillando. Mientras tanto, te anulas, tu autoestima apenas existe y les concedes tu poder quedando en sus manos.

Reconozco los síntomas porque lo he vivido. Cada vez que oigo una frase, una entonación, una mirada humillante, algo se mueve en mi y paso a una situación de alerta. No revivo el pasado, porque por suerte está superado, pero intento estar cerca de la persona maltratada por si puedo ayudar en algo, escucharle, animarle, comprenderle.

Recuperar la confianza en una misma es duro, un trabajo laborioso. En mi caso, pude dar la vuelta a mi situación. Ya han pasado trece años de todo aquello y cada día que pasa me siento más orgullosa por haber sido capaz de luchar por y para mi, consiguiendo superar todo aquello.

No quiero hacer demagogia, se trata de desahogarme y si puedo hacer que pensemos en ello, que tengamos claro que debemos respetarnos, que no pertenecemos a nadie, que amar significa ser libre, dar libertad y espacio y que por mucho que nos enfademos o tengamos un mal día, no pagarlo con los demás y que debemos desterrar de nuestras vidas la humillación, la crueldad y el maltrato en todas sus acepciones. Ánimo, el esfuerzo merece la pena, hemos salido, estamos saliendo y saldremos adelante. Está en nuestras manos, tenemos la fuerza suficiente para conseguirlo y lo lograremos.


La imagen está sacada de la red y desconozco quien es su autor.