Verdad no es una palabra cualquiera. Cuando la expresamos, ponemos en ella nuestra confianza, fe, y hasta, si me apuráis a nosotros mismos.
Ya hace tiempo que pienso que hay tantas verdades como personas somos, e inclusive iría más lejos. Podemos tener diferentes verdades ante un mismo hecho o situación a lo largo del tiempo; y eso, no significa que, antes no tuviéramos razón al creer en esa verdad; sino que a medida que vivimos, aprendemos y avanzamos, puede cambiar nuestro enfoque sobre lo que nos rodea y lo que pensamos o sentimos ante ella.
La evolución personal, abre la consciencia y de algún modo, la apertura de visión que tenemos ante la vida y sus circunstancias.
Pondré un ejemplo. Si contemplamos el mar, hay quienes sólo verán agua, y tendrán razón. Otros verán que además de agua, hay olas y espuma, y tendrán razón. Otro grupo, disfrutará de los matices de color del agua, del reflejo de la luz sobre ella, del ritmo que tienen las olas y tendrán razón. Otros, mirando la superficie del agua, su color y textura, nos dirán dónde están las corrientes y cómo navegar entre ellas, y seguirán teniendo razón y así sucesivamente.
Todos ellos tienen razón, y defienden su verdad apoyada en su conocimiento. Del mismo modo, en la vida, vamos aprendiendo, evolucionando y creciendo y sin darnos cuenta, nuestra visión se amplía; siendo también, mayor nuestro conocimiento y entendimiento. Lógicamente, las verdades también evolucionan.
Otras veces, la verdad es como un quesito en porciones, parece que está repartida. Cada uno de nosotros, tienen una porción y unidas a otras, completan una verdad. Puntos de vista opuestos, puede que sean complementarios. Para ello es bueno tomar cierta distancia, alejarse y poder contemplar otras posibilidades, de un modo objetivo. Cuanto más amplia sea nuestra visión, más verdades veremos, que nos harán pensar y reflexionar dándonos la oportunidad de integrarlas y hacerlas nuestras.
Nos encontramos con personas que se toman muy a pecho su verdad, es inamovible, fija y estable. Se aferran a ella como si se tratara de una roca. Y al hablar de tu verdad o de otras verdades, no escuchan, se cierran. Normalmente estas actitudes llevadas al extremo, darían lugar a situaciones dramáticas, desde intolerancia, discusiones, luchas, guerras, etc. ¿Merece la pena llegar a tales extremos por la verdad? Creo que no. En esto sigo siendo camaleónica, voy adaptándome a lo que voy integrando y aprendiendo.
Resumiendo, diré que esta es ahora mi verdad, mañana no se cuál será.
La foto de la imagen es de un mandala mío.